miércoles, 30 de marzo de 2011

El sábado hubo reunión de amigas ex-compañeras de facultad. J me había adelantado que esa misma noche se iba a ir, después de comer, a un asado con sus amigos. "Ok, J. Pero entonces a ver a las chicas voy sola." No opuso resistencia, J es copado, y me quejo de llena cuando me quejo.
Fui, entonces, sola. Éramos 6, y todas y cada una me preguntaron por G. No exactamente; en realidad me preguntaron adónde estaba G. Claro, lo obvio y natural es que un bebé esté con su mamá, y cuando eso no pasa, a todos les parece lo suficientemente peculiar como para preguntar por los paraderos del bebé. Casi-casi como asegurándose de que no me lo hubiera dejado en el auto, o en el supermercado. De todos modos, para ser justa, todas estuvieron de acuerdo (o al menos eso manifestaron) en que había sido una muy buena idea dejar al bebé con su papá para pasar un rato entre adultos hablando cosas de adultos y sin tener que maniobrar al pequeño por toda la casa.
Estoy segura, segurísima, de que esa noche las cosas fueron distintas en lo del amigo de J. Quizás algunos, los más family-friendly, le hayan hecho alguna pregunta de rigor sobre G, que cómo está, que si duerme, que si come, qué sé yo. Pero me juego entera a que ninguno le preguntó adónde o con quién estaba. Eso se sobreentendía, porque lo obvio y natural es que un bebé esté con su mamá.
¿Cuál es el problema con esto, -se preguntarán- si al fin y al cabo pude hacer lo que quería y sin que J se quejara en lo absoluto? Bueno, verán, el problema es esa pequeña semillita de culpa que, así como al pasar, la mayoría de la gente se ocupa de plantar en las mamás que no estamos dispuestas a atar una soga alrededor de nuestra cintura y llevar a nuestros hijos SIEMPRE con nosotras. Es casi imperceptible, casi casualidad, casi inofensivo. Casi.
Esto se extiende al trabajo, también, claro. No hay persona en el colegio que no esté al tanto, después de averiguar exhaustivamente, de dónde y con quién es que pasa G sus mañanas, mientras yo estoy ahí. Vayamos al trabajo de J y hagamos una encuesta, a ver cuántos de sus compañeros saben esto. Ok, sí, son en su mayoría hombres, y en mi caso mujeres. No me importa. No cambia mi punto.
Lo único que les pido, mujeres, es que empecemos a pensar en estas cosas. Si vemos a una amiga o conocida sin sus hijos, preguntémosle por ellos, dejemos que se explaye sobre lo lindos e inteligentes que son, pero también evaluemos cuánto nos importa realmente saber con quién están en ese momento. O, de última y si nos carcome la curiosidad, démoslo por asumido: "Tu hijo está con su papá, ¿no?" Porque para mí, lo obvio y natural es que un bebé esté con cualquiera de las personas que decidió traerlo al mundo.

2 comentarios:

  1. Uf, hay muchas de esas preguntas o comentarios que esconden una obligación supuestamente "natural" para la madre. Como si al parir debieras dejar de lado todas las otras facetas de tu personalidad: trabajadora, mujer, amiga, etc.

    beso!

    ResponderEliminar
  2. Supongo que el tema de la lactancia nos esclaviza... y la cultura hizo el resto.
    Igual creo que si a alguna mamá le pregunto cómo está su bebé, que no lleva consigo, lo más probable es que me responda primero dónde o con quién lo dejó y no lo que le estás preguntando.
    Por otro lado, convengamos que hay muchas situaciones en las que la abuela es más competente que el padre de la criatura... mi mamá ni en sueños nos dejaba con mi papá solo (creo que en toda nuestra infancia no nos cambió ni un pañal)
    Sí, ya tengo 34, una diferencia, lo sé... pero no sé si las cosas cambiaron taaaaaaanto.

    Besos!

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.