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Tampoco es que voy a aburrir a mi generosa audiencia contándoles minuciosamente cada encuentro blogger que tengo, pero sí quiero señalar que ya soy casi una experta.

He ido a casas, a bares, a restaurantes, he ido en auto, en colectivo, de día, de noche, con sol, con tormenta, sola, con amigas y hasta con marido. Oh sí. Ayer fui a una double date con una blogger y su marido que defienden su anonimato con uñas y dientes.

Cuando empecé este blog, estaba perdida, medio deprimida, desorientada, asustadísima, encerrada en casa y sin saber qué hacer ni para qué carajos me iba a servir tener un blog. Hoy estoy encontrada, feliz, con rumbo cierto, asustada pero por otros temas, en mi casa me encuentran poco, y ahora entiendo todo: un blog es una fábrica de amigos. O seres humanos con quienes conectarse, por lo menos.

Me vuelven las ganas de escribir seguido, aunque el ritmo de la semana me lleve a honrar la cama por sobre todas las cosas. Quiero contarles de Geno, aunque se aburran. Quiero decirles a todas las primerizas que hay un mundo lleno de luz y colores del otro lado de los primeros meses de un niño, que después de un tiempo el susodicho va caminando solito a la plaza, acarreando sus propias porquerías, que se queda en el jardín contento, y apenas si se acuerda de tirarte un beso. Que la gente alrededor te llama para pedirte si lo puede llevar a pasear, y de repente no sabés bien qué hacer con el tiempo.

Que un buen día podés dedicarte a hacer cosas en tu casa, con él despierto, cosa impensable tiempo atrás. Que va cambiando la tonalidad del "mamá" según el sentimiento que quiera expresar. Que corre a tus brazos a darte un abrazo de oso y no te importa nada que la yerba cueste 1000 pesos.

Que se levanta de la siesta, como en este mismísimo momento, y vos te alegrás porque te toca otro abrazo fiacoso. Allá voy.