miércoles, 26 de enero de 2011

Hoy tocaron vacunas. 3, para ser exactos: 1 en cada pierna y una, por suerte, oral. Se las hicimos poner en la misma farmacia donde yo me daba las correspondientes al embarazo. Me asombra ver cómo toda la valentía que tenía en ese momento se evapora cuando es G el que tiene que padecerlo. Por suerte J estaba ahí, para sostenerlo, hablarle y calmarlo, y yo podía dar rienda suelta tranquila a mi impulso de morderme el labio y mirar para otro lado, rogándole a alguna fuerza superior un único deseo: "que no sufra".

Siempre pensé y dije, cuando se hablaba de los mayores miedos que cada uno tiene, que mi gran gran temor paralizante en la vida era el dolor físico. Y aunque sigo estando segura de que efectivamente el dolor propio (en mi caso, especialmente, el de la otitis) está rankeado alto en el Top 10 de Las Peores Cosas del Universo y Alrededores, ahora hay indiscutiblemente algo a lo que le tengo mucho más pavor: perder a G, o que sea él el que sufra el dolor. Traeme 10 otitis, una atrás de otra, que te las aguanto estoica, antes de pasar una tarde con G dolorido.

Por suerte todavía nunca tuve que vivirlo, y sé que el día llegará y pasará, y más aún, reconozco que toda esta súper revelación es algo más bien básico en la vida de una mamá, pero creo que es como esas etapas del duelo: aunque a todas nos pase más o menos lo mismo, cada una tiene que hacer su propio proceso a su ritmo. Yo, ahora, estoy en la etapa del "reconocimiento de la magnitud que alcanza el poner al otro antes que uno mismo", y así estoy muy bien.

PD: Una vez más, esa frase que me gustó una vez, "most of the things you worry about never happen", se hizo patente en mi vida. G lloró exactamente 4 segundos, 2 por cada pinchazo. En cuanto la aguja salía de su piernita y el dolor terminaba, también el grito. Un santo y un valiente, mi hijo.

2 comentarios:

  1. es verdad, lo más horrible es ver sufrir a un hijo, las vacunas son lo primero pero se sabe es un segundo y por su bien... cuando están enfermos es otra cosa, te pondrías mil veces en su lugar. Pero es así, todo un aprendizaje.,
    besos!

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  2. Y yo que pensaba que me iba a sentar a verlo a él aprender... ja!

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