jueves, 25 de noviembre de 2010

Creo que por primera vez hay un cambio tan radical entre mi grupo de amigas. Está la casada/embarazada, la que convive y tiene un bebé (yo), la que convive y todavía no está en sus planes inmediatos tener hijos, la que recién está empezando una relación que promete, y la que acaba de ser dejada por ése que prometía. Así que de 5 que somos, ninguna comparte situación sentimental con otra. Diríamos, however, que la casada/embarazada (c/e desde ahora) y yo somos las más parecidas. Básicamente, a mí me faltan los dos tipos de papeles que ella tiene: la libreta de familia y los billetes.
Pero bueno, las dos estamos en una relación seria y comprometida, bajo el mismo techo, hace más o menos 2 años, y estamos embarcadas en esta locura de traer niños al mundo.
Entonces es inevitable que en las reuniones y cumpleaños empiecen a surgir temas que hace unos años serían ridículos.
El otro día, por ejemplo, la charla derivó en la crianza de los niños, más específicamente en la práctica de pegarles para aleccionarlos. A mí me parece una cosa impensable, atroz, básicamente impracticable. Por suerte, J está de acuerdo, y sabe que en cuanto tenga esa idea, me pierde a mí y pasa a ver a G una vez por semana y con orden del juez. Claro, digo todo esto hoy, a los casi 3 meses de G, cuando lo único que hace es reir y sonreirnos y tratar de "hablarnos" y ser muy muy lindo... Una de las pocas cosas que aprendí en estos meses es que TENGO que dejar de usar las palabras siempre y nunca, porque me he visto envuelta en situaciones que meses atrás me parecían lejanas e incongruentes conmigo. Sin embargo, éste es, creo, el último bastión de mi resistencia. A pesar de saber que me he tenido que tragar muchos de mis propios mandamientos al romperlos sistemáticamente, igual sigo sosteniendo que nunca, jamás, le pegaría a un chico.
Y si bien la opinión generalizada era la misma que la mía, enseguida empezaron a surgir las típicas "excepciones": una 'patadita' en la cola inofensiva, un 'toquecito' en la boca para que no diga malas palabras o no discuta, una 'palmadita' en el revés de la mano cuando tira algo o toca lo que no tiene que tocar. Y no. No tranzo. Me sigue pareciendo retrógrado, no concibo la idea de agredir físicamente a un ser humano más débil (mi propio hijo!) para doblegarlo a hacer lo que yo quiero. Insisto, sé que hablo desde lo fácil, que todavía me falta enfrentarme a un nene de entre 2 y 5? años desafiándonos, portándose deliberadamente mal, rogando algún límite. Sí, eso lo entiendo. Pero elijo seguir en mi postura, quizás idealista, básandome en estos 2 datos como evidencia suficiente de que voy a poder sostenerla:
1. Al no tener registro alguno de haber sido 'golpeada' por mis propios papás, sencillamente no me parece un método viable para criar a nadie.
2. Mi trabajo como maestra de chicos de primaria me enseñó que un chico es intocable, que por más que nos agoten, parezcan estar haciendo todo mal a propósito, no hagan caso alguno a lo que decimos o les pedimos, no muestren ninguna voluntad de cambiar su mala actitud o incluso se muestren dañinos o crueles con otros chicos, un niño NO SE TOCA. Se le puede hablar, muchas veces he gritado, llena de frustración (tampoco funciona demasiado), he recurrido a amenazas, premios y castigos, implorar una mejor actitud, lo que sea. Pero la otra posibilidad, sencillamente, no es posible.

Habrá que esperar a ver qué pasa en unos años, habrá que ver si efectivamente van a recurrir a esos tratos, y si yo voy a mantener mi postura. Por el momento, ya el sólo hecho de estar hablando de estas cosas es un gran cambio para nosotras...

1 comentario:

  1. Es cierto lo que decis, las palizas quedan fuera de lo posible de cualquir madre... pero tambien es cierto que un chirlo a tiempo de ahorra muchos disgustos... esto te lo dice una madre de 3, que ya son grandes, y que a pesar de los pocos chirlos, (que los hubo, llegado al caso) me demostraron que no fue el acabóse. O sea, como me decía siempre mi papá que le había dicho a él un médico... usted use un cepillo para educar a su hijo... siempre por el lado de las cerdas... pero cuando haga falta, de vueltas el cepillo y dele un chirlo.

    Algo asi, no abusar, pero saber que no le estás haciendo daño, sino simplemente poniendo un límite más imponente, cuando (no quiero ser mala onda, pero ya te va a llegar) tengas más de uno y la ocasión te supere. Esto también pasa.

    y aclaro, un chirlo no es una golpiza! ojo!!!

    un beso

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